Wiki The Legend of Zelda Fanon
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Resumen del capítulo anterior[]

Tal parece que las cosas se ponen cada vez peor, y Helio lo sabe perfectamente. Aunque cuente con un arsenal de artículos muy útiles, la desaparición de su pequeño amigo Guri no solo lo ha afectado a él, sino a su pobre madre, quien se encuentra muy preocupada. Pero dejando eso a un lado, gracias a la ayuda de las Aletas de Zora, nuestro héroe ha conseguido llegar a la Mansión de los Vientos. Ahora, su viaje para obtener los Colgantes de la Virtud continúa...

Frase memorable[]

- Tal parece que has logrado liberar parte de tu potencial...

Trama[]

Cruzando la puerta de entrada, se encontró en el interior de la Mansión de los Vientos. El interior era de un verde pera, con adornos y faroles que desprendían una luz verdosa en las paredes; además del hecho de que había grandes ventiladores en el lugar. Helio se sorprendió debido al hecho de que la edificación era más pequeña vista desde afuera.

- Como siempre me ha dicho Sahasrahla, nunca debes juzgar un libro por su portada. - pensó Helio.

Dejando de lado su impresión, recordó su objetivo principal en dicho lugar: obtener el Colgante de la Sabiduría. Recordando aquello se concentró y se dispuso a conseguir dicho colgante lo antes posible, por lo que puso en marcha los dos ventiladores presentes en la sala, elevándose con ayuda del Báculo del Tornado. Al llegar a la otra sala, se dirigió a la parte sureste de la sala, teniendo que cuidarse de las Ratas que había por ahí y también de los Keese, pequeños murciélagos de cuerpo azul y alas y ojos amarillos. Al borde observó un interruptor de cristal en la parte inferior, por lo que decidió estrenar las Bombas, pequeños explosivas de forma redonda con una mecha en la parte superior y con un color azul. La Bomba detonó y activó el interruptor, bajando el muro y revelando una puerta detrás suyo. Helio subió y, con ayuda de su Brazalete de Ravio, se fundió en la pared y llegó a la puerta recién mencionada, cerrándose esta cuando la cruzó.

- ¡No puede ser! ¿Cómo me puedo seguir asustando con esto? - se preguntó Helio después de que la puerta se cerrase.

De repente, aparecieron tres Bubbles Rojos, calaveras voladores que estaban envueltas en llamas. El héroe se dispuso a combatirlos. Con ayuda del Báculo del Tornado y del Arco, los eliminó rápidamente. Con los enemigos derrotados, apareció un cofre con una Llave Pequeña. El protagonista la cogió y regresó a donde había una puerta con candado, utilizando la llave. En dicha sala, tuvo que ener cuidado de no caer, evitando acercarse a las orillas y a los Bari, medusas flotantes de coloración verdosa y ojos amarillos. Con cuidado, llegando a una sección con un cofre, obtuvo el Mapa y la Brújula. Con ayuda de las plataformas móviles, logró llegar a la parte superior de la habitación, y pisando un interruptor, activando los ventiladores del cuarto por si regresaba posteriormente. Volviendo a la sala anterior, se encontró con más Baris, solo que estos eran una variación de color rojo que, al eliminarlos, se dividían en dos más pequeños. El piso sobre el que se estaba era de cercas y mallas, y al activar dos interriptores, también lo hizo con dos ventiladores, pero uno de ellos apuntaba hacia arriba, por lo que, utilizando el otro para llegar hasta este, el protagonista llegó a la planta superior. Al llegar arriba, esquivando un Rodillo de Púas, y al pisar otro interruptor, dejó caer otra Llave Pequeña, pero en una parte de la sala que no podía alcanzar, por lo que regresó a la misma atravesando la posterior, eliminando Popos y Keeses, cogiendo la llave y bajando de dicha sección, abriendo la puerta cerrada con llave ubicada al sur. Al salir, se encontró en el exterior, pero en un suelo de mallas ciclónicas. Sin saber a dónde ir, el joven héroe decidió ir a la parte izquierda de la habitación, donde había un interruptor de palanca, un tipo de interruptor gris que se activa jalándolo, y así lo hizo, dejando caer el cofre de la Gran Llave. No obstante, las estatuas de su alrededor se volvieron Armos, viéndose Helio obligado a eliminarlos. Al acercarse al cofre, lo abrió y obtuvo la Gran Llave. Acto seguido, el alrededor del cofre se prendió en fuego y aparecieron dos Armos. Habiendo resolvido ambos problemas, regresó por donde había llegado atravesando la puerta que estaba al lado del interruptor, regresando a una sala anterior y volviendo a la que estaba. Ahora fue por la derecha, y activando otro interruptor de palanca, hizo que una plataforma móvil se empezara a mover, alcanzándola con el báculo. Usando el brazalete, llegó a una saliente que se encontraba otro interruptor, el cual, al pisarlo, soltó una Llave Pequeña en medio de un pequeño anillo de fuego. Antes de avanzar, observó que la Montaña de la Muerte, su próximo objetivo, comenzó a mostrar signos de actividad, a la vez que se se empezó a sentir el viento soplando.

- Vaya, me preguntó qué estará pasando. - pensó Helio mientras observaba la montaña.

Regresando a su objetivo, volvió a donde el anillo de fuego y lo apagó, cogiendo la llave. A continuación, subió y abrió la puerta cerrada. Entrando, la puerta se cerró y aparecieron dos Heedle, salamandras grandes de piedra envueltas en llamas que dejaban fuego el lugar por el que pasaban, además de los ya comunes ojos amarillos. Dedujendo lo que debía hacer, Helio usó el Báculo del Tornado para sofocar el fuego. Al ver su único medio de defensa esfumado, los Heedle empezaron a huir de Helio para evitar ser dañados. Él, por su parte, estrenó un Martillo, un objeto que, como su nombre dice, es un martillo con la parte central roja y el mango azul. Al recibir el martillazo, los Heedle, al estar hechos de piedra, se rompían en pedazos. Al ser derrotsdos, las puertas se abrieron, y apareció el mismo portal verde que apareció en el Palacio del Este, el cual devolvía a la entrada.  Helio se encontraba observando su Martillo, sorprendido.

- Así que este es el poder destructor del Martillo... - pensaba Helio. En eso, recibió una llamada telepática de Sahasrahla.

- Helio, Helio... ¿puedes oirme? - preguntó Sahasrahla.

- ¿Sahasrahla? Así que lo de la telepatía no era mentira.

- Escucha, Helio: me he fijado en que los enemigos a los que te enfrentas son muy poderosos, por lo que he decidido ayudarte.

- ¡Vaya! ¡Gracias, Sahasrahla!

- De nada. Pero será mejor que prosigas. No hay tiempo que perder.

Dichas esas palabras, Helio prosiguió. Avanzó por la puerta  del noreste y volvió a la sala "principal", ya que pasaba por ella constantemente. Solo pasó por ella para ir a la habitación del noroeste, donde pasó con cuidado, ya que había muchos interruptores y ventiladores, y pisar el equivocado provocaría empezar de nuevo. El resto es aburrido, ya que solo atravesó salas matando enemigos y algún que otro Eyegore, estatuas de piedra de color verde con algunas partes amarillas con un solo ojo que se activaba cuando Helio se acercaba, derrotándolos lanzándoles una flecha en el ojo o atacándolos con la Espada del Capitán, así como activar interruptores de crisal. Después de un rato, por fin logró llegar a la puerta del jefe, y la abrió. Justo al entrar, recibió otro mensaje de Sahasrahla.

- Ten cuidado, Helio. Te espera un enemigo muy poderoso a continuación.

Al dar unos cuantos pasos, cayeron desde arriba dos discos metálicos giantes, uno marrón con orificios circulares por todo su perímetro, y otro gris con un hueco en el centro. En dicho hueco cayó un ojo enorme con iris naranja. No había duda: era el jefe del lugar: Marmogill.

- Sahasrahla, ¿puedes darme datos sobre esta cosa? - preguntaba Helio mientras desenvainaba su espada y escudo.

- Por supuesto. - afirmó Sahasrahla. - Tu enemigo es Marmogill, guardián del Colgante de la Sabiduría. Utiliza sus discos giratorios para empujar y golpear, además de tener la capacidad de disparar picos desde los mismos discos para garantizar un daño mayor. Su ojo es su único punto débil, por lo que deberás de llegar a él de alguna forma y atacarlo. - explicó.

Después de escuchar los detalles proporcionados por el sabio anciano, Helio observó que en el techo había una especie de dianas a las cuales podía engancharse con su Gancho, por lo que lo usó y cayó sobre el ojo del monstruo. Inmediatamente, empezó a darle de espadazos a diestra y siniestra. Luego de recibir cierto daño, Marmogill comenzó a chocar contra las paredes intentando derribar al protagonista, consiguiendo su objetivo. Justo después de aterrizar Helio, la criatura comenzó a disparar proyectiles filosos, los cuales fueron repelidos por el Escudo de la Caballería que el joven héroe portaba. Tras dos minutos de disparar y de defenderse, Marmogill dejó de lanzar púas y volvió moverse tratando de golpear a Helio. El portador de túnica roja esperó a que su enemigo estuviese cerca y, cuando lo estuvo, saltó hacia la pared y, apoyándose en esta, saltó más alto, alcanzando el ojo nuevamente. Antes de tan siquiera reaccionar, Helio sacó su Martillo y golpeó de lleno, provocando mucho daño a su contrincante. Habiendo derribado al héroe otra vez, Marmogill hizo aparecer dos discos más, teniendo cuatro en total. Enfocándose en su oponente, el ser descomunal disparó púas de todos sus discos contra Helio que, a pesar de cubrirse, fue alcanzado por Marmogill, quien se acercaba poco a poco mientras el protagonista se cubría, succionándolo debido a la rapidez de la rotación de los discos, lanzándolo contra el muro, además de provocarle daño por medio de sus picos, rompiendo parte de su ropa en el proceso. Él, por su parte, se levanta muy debilitado producto del lanzamiento anterior, asimismo, escupió algo de sangre.

- No... No puede ser... ¿Esta cosa me ha hecho sangrar? - exclamó Helio sorprendido al ver que su mano se encontraba parcialmente cubierta de su propia sangre.

A medida que la criatura se acercaba una vez más, la ira del protagonista se elevó hasta tal punto que sus iris pasaron a ser rojas, mientras que una leve aura de fuego rodeaba su cuerpo. Sahasrashla, por su parte, se encontraba completamente impactado por lo que podía sentir. Volviendo al combate, cuando Marmogill se acercó lo suficiente, Helio, en vez de utilizar el Gancho o apoyarse en la pared, dio un gran salto, alcanzando el ojo rápidamente. La criatura gimió de dolor, ya que el poder de Helio había aumentado tanto que bajó mucha de su vitalidad con un simple Ataque Circular. Cuando la bestia intentaba derribar al héroe, él simplemente bajó realizando un salto mortal hacia atrás, aterrizando perfectamente. Marmogill, mientras tanto, añadió dos discos metálicos más a su colección, siendo ahora seis. A pesar de que todos los discos de Marmogill lanzasen picos hacia Helio, él los esquivó por medio de piruetas y maromas espectaculares. Sorprendiendo aún más a Sahasrahla, el protagonista subió al disco donde se encontraba el ojo de Marmogillm usando únicamente el Báculo del Tornado, elevándose mucho en el aire. Allí observó al ojo con una cara que mostraba rabia extrema y, agarrando el Martillo, lo golpeó con un martillazo brutal, tanto así que rompió todos los discos de abajo, llegando directo al suelo. Tras aterrizar en el suelo, Helio observó el ojo de su oponente totalmente apachurrado y aplanado en el suelo, el cual, poco después, comenzó a envolverse en explosiones y soltar rayos de luz, para después desaparecer en una gran explosión. Al poco tiempo apareció el Colgante de la Sabiduría desde arriba, que bajaba lentamente hasta que llegó al suelo. Y Helio, por su parte, había recuperado su calma y buen humor, haciendo que sus pequeños cambios se esfumaran por completo. Sahasrahla, quien permaneció petrificado de la impresión durante la batalla, habló.

- ¡¡Por las Diosas!! ¡Me has impresionado, Helio! ¡Has acabado con ese monstruo de una forma increíble! - dijo Sahasrahla sorprendido.

-Pues... Tengo que reconocer que, por un momento, perdía la razón y solamente quería destruir a esa cosa. - contestó Helio.

- Tal parece que has logrado liberar parte de tu potencial...

- ¿Potencial? ¿De qué hablas, Sahasrahla?

- Te lo explicaré luego. Ahora coge el Colgante de la Sabiduría. Tengo el presentimiento de que sus poderes te curarán.

Dicho y hecho, Helio se acercó y cogió el colgante del suelo. El colgante en sí era de un color azul con el símbolo de Nayru en su interior, con un azul más claro. Al cogerlo, el protagonista empezó a flotar en aire a la vez que sentía una sensación de relajación en todo su cuerpo. De repente, el joven héroe, aún con el colgante en la mano, empezó a envolverse en un brillo azul y, tras que este desapareciera, Helio apareció con todas sus heridas y moretones curados; asimismo, su ropa estaba como nueva y sus energías perdidas en la pelea fueron repuestas. Habiéndose curado y repuesto completamente, el héroe de túnica roja descendió lentamente hasta que tocó el piso.

- ¡Bien hecho, Helio! ¡Has obtenido el Colgante de la Sabiduría! Ahora solo te falta uno, el Colgante del Poder... - dijo Sahasrahla.

Así es, Sahasrahla, ahora solo me falta un colgante para obtener la Espada Maestra y salvar a Hyrule de ese maldito de Yuga. - respondió Helio algo serio. - Te contactaré cuando necesite ayuda.

- De acuerdo. Hasta entonces. - se despidió el anciano de Kakariko.

Luego de esa pequeña charla, el protagonista salió de la mansión, encontrándose con el Zora de capa amarilla que había conocido el día anterior.

- ¡Glup! Ha pasado un tiempo. - saludó el Zora subordinado.

- Pero si nos conocimos ayer... - dijo Helio.

- Pues cómo vuela el tiempo, glup. Fíjate que desde que ayudaste a nuestra reina, ella comenzó a ponerse en forma, por lo que nadó hasta aquí, al Lago Hylia. Sin embargo, no logro encontrarla, y para poner las cosas aún más raras, he visto pasar una escoba voladora por aquí últimamente...

- ¿Dijiste es-es-escoba voladora?

- Así es, glup.

Helio sabía que lo que había pasado era obra de Yuga, por lo que, repentinamente, se puso algo pálido y en su cara se formó una expresión de nerviosismo.

- Disculpa. Tengo que irme.

- OK. Adiós, glup.

Justo después de despedirse, el joven héroe se echó al agua y se puso a nadar hasta llegar a la orilla, cerca de la Tienda de Utensilios del Lago. Justo tras arrivar, se puso a pensar.

- A ver... Primero Zeres y Osfala; luego Guri; ahora Oren y Airín. ¿¡Por qué tiene que pasarme esto!? - pensó Helio. No obstante, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del gruñido de su estómago, señal que indicaba que debía comer algo.

En vez de utilizar la escoba de Airín porque quería evitar ser confundido con un brujo, Helio optó por utilizar las Botas de Pegaso para llegar a Villa Kakariko, llegando directamente al Bar Lácteo. Allí saludó al propietario, quien también era amigo suyo. El nombre del dueño era Talon, pero su apodo era "Barman". Usaba una playera roja y un delantal. Tenía ojos azules, cejas algo pobladas y estaba calvo en la cabeza, pero solo arriba, ya que abajo todavía tenía cabello, que era café oscuro.Debido a que el lugar se llamaba "Bar Lácteo", ahí servían leche, por lo que Helio pidió un vaso de la misma acompañada de algo de pan que se hacía en la panadería de al lado. Comprados los alimentos, buscó una mesa donde sentarse, y lo hizo, encontrnao una donde se encontraban Javier y Xavi, otro de sus amigos. Xavi era el más alto de todos los amigos que Helio tuviese, incluyéndolo a él; vestía una túnica verde, tenía cabello castaño oscuro y ojos marrrones-verdes. Helio se sentó en la mesa y los saludó. Ellos respondieron.

- ¡Hola, Helio! Tanto tiempo sin verte... - respondió Xavi. - Hola shosho. - respondió Javier.

Cuando vieron que su amigo empezó a comer, decidieron dejarlo, ya que no sabían lo que había vivido un rato antes. Mientras, la mayoría escuchaba al flautista y a su compañero cantar. Después de que que Helio terminase de comer, y tras pagar lo que comió, se dispuso a charlar con sus amigos.

- Oigan, ¿me dejan contarles una historia? - preguntó Javi.

- De acuerdo. - dijo Helio.

Javier les contó a Helio y Xavi una historia para pasar el tiempo. Después de un rato...

- ... y no pude evitar hacerlo. Su aroma me embriagaba, y su frescura me cautivaba. Pero finalmente lo hice. Y como sabía que no duraría mucho nuestra relación, decidí aprovechar cada minuto que pasé con ella. - relataba Javier.

- ¿Te pasaste media hora platicándonos cómo cortaste una flor? - preguntó Xavi confuso.

- Qué rarito eres, Javi. - dijo Helio.

- ¡Uy, qué ataque más gratuito! - contestó Javi indignado. - Encima dediqué parte de mi tiempo para contarles mi historia...

- Bueno, bueno, mejor cambiemos de tema. ¿Qué has hecho en este tiempo, Helio?

- Pues he estado recolectando los Colgantes de la Virtud para obtener la Espada Maestra.

- ¿Y para qué la necesitas?

- Para vencer a un maldito que conocí que ha convertido a algunos en pinturas, no sé para qué.

Pronunciadas dichas palabras, Xavi se levantó de su silla, sorprendiendo a a Helio y Javier.

- ¿Te ocurre algo, shosho? - preguntó Javier.

- Sí. ¿Pasa algo malo, Xavi? - preguntó Helio.

- ¿De casualidad ese tipo se llama Yuga? - dijo Xavi.

- ¡Sí, así es!

- Será mejor que obtengas los colgantes que te faltan.

- Pues solo me falta el del Poder.

- En ese caso, te recomendaría que descansaras y te prepararas para ir a la Montaña de la Muerte mañana, Helio. Aunque veo que la montaña ha despertado, tienes que detener todo esto. Además, sería bueno que te fueses a dormir temprano, así podría enseñarte técnicas de escalas junto con Javi y Alme.

- Pues... De acuerdo. Gracias, Xavi. Adiós. - se despidió Helio.

- Nos vemos mañana, Helio. - respondió Xavi.

- Hasta mañana, shosho. Riega las plantas. - respondió Javier.

Helio salió del Bar Lácteo, a la par que de Kakariko, y se dirigió a su casa, pasando por la Fragua. Dentro se podía escuchar a la madre de Guri llorando. El protagonista se acercó a la puerta y escuchó.

- ¿Dónde estará nuestro hijo? - decía la esposa del herrero entre lágrimas y sollozos.

- No te preocupes, cariño. Tarde o temprano lo encontraremos. - decía el herrero para consolarla.

Dichas estas palabras, la mujer continuó llorando. Helio, escuchando desde afuera, no podía creer que la desaparición de Guri fuese tan dolorosa para su madre.

- Tengo que derrotar a ese maldito de Yuga para rescatar a Guri y a los demás, ya que no soporto escuchar llorar a una mujer. - pensó Helio.

Terminando su "espionaje", el joven héroe regresó a su casa. Pero mientras tanto, en la Montaña de la Muerte... Yuga se encontraba escondido cerca de la casa de alguien, esperando a que la persona que la habita salga.

- ¡Uy! ¡¿Cuánto más tendré que esperar?! - exclamó Yuga molesto. En eso, su cetro comenzó a brillar y, acto seguido oprimió un botón de los varios que tenía. Después de oprimirlo, comenzó a escucharse una voz femenina.

- Dame un reporte de tu progreso. - dijo la voz.

- Llevo un avance excelente. He logrado secuestrar a cinco de los Sabios en tan solo tres días. - dijo el villano. - Justo ahora estoy esperando a que otro salga de su casa para convertirlo en pintura.

- Sigue así, Yuga. Pronto podremos llevar a cabo nuestro plan.

- Como lo ordene, Su Alteza.

Yuga oprimió otro botón de su cetro, dando fin a su conversación. Desafortunadamente para él, tuvo que esperar toda la noche, ya que el habitante de la casa no salió. Regresando con Helio, hace ya un buen rato que había llegado la noche y, por ende, que él y Ravio se hubiesen acostado. El protagonista tuvo una nueva pesadilla, parecida a la anterior, solo que en esta aparecían también Osfala, quien curiosamente no fue mencionado en la pesadilla anterior, la reina Zora y la joven bruja; sin embargo, todos compartían el mismo terrible destino a manos de Yuga. En el caso de Osfala, aparecía Sahasrahla; con Oren, los Zora subordinados; y con Airín, su abuela y tutora, todos llorando y diciéndole a Helio por qué no puede ayudarlos, terminando como la anterior. Al día siguiente, después de desayunar en el Bar Lácteo, fue en busca de Xavi para aprender nuevas técnicas...

CONTINUARÁ...

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