CAPÍTULO OCTAVO: Tal y como un sueño[]
Cuando despertó, estaba tendido en el suelo. Por un momento, no podía creer tanta bondad y luz en sus ojos. Ojos adaptados a la oscuridad y a la falta de esperanza. Era, pues, tal y como un sueño. Mas estaba despierto, y veía que a su alrededor, todo era bueno. Nunca allí, había existido caos alguno. La tierra que ahora pisaba, estaba bendecida hoy y siempre. Fue, al levantarse, que se dio cuenta de su condición; Había llegado a Hyrule.
-Guri: ¿Señor, está bien? ¿Necesita ayuda?
-Ravio: Ehh... ¡Oh, claro! Sí, gracias, amable joven. El mundo necesita más personas humildes como tú.
-Guri: Gracias, señor. Pero, ¿Se encuentra bien?
-Ravio: ¡Claro!
-Guri: Pero, usted estaba acostado en el suelo...
-Ravio: ¡Ah! Eso es una larga historia, amiguito.
-Guri: Bien. ¿Seguro que no necesita nada?
-Ravio: Pues, ahora que lo mencionas, ¿Sabes de alguna persona... No sé... Especial?
-Guri: Todas las personas somos especiales en su medida. Lo realmente importante, es la forma en la que somos especiales. Pero sí, hay alguien especial aquí.
-Ravio: ¡Bien! ¿Dónde vive?
-Guri: Se trata de nuestra monarca, la Princesa Zelda. Es la persona más importante del Reino.
-Ravio: No parece ser mi contraparte...
-Guri: ¿Dijo algo, señor?
-Ravio: ¡Ah! Que debo buscar un hogar estable.
-Guri: Bien... Yo me debo ir. Pero hay un chico holgazán que vive en la casa que está enfrente. Creo que está necesitado de dinero; es amigo mío, pero nunca ha tenido un sueldo muy alto que digamos. Quizás, quiera alquilarle alguna habitación.
-Ravio: ¡Gracias, amable joven!
Nuestro débil héroe, se dirigió hacia aquella casa. No parecía muy grande por fuera, pero sería suficiente para vivir. O al menos, hasta que detuviera a Yuga. Yuga... Ya casi se había olvidado de él, y de Lorule. Pensaba en su hogar, cuando un grupo de soldados corrían por el camino.
-Ravio: ¡Hey! ¿A dónde van?
-Soldado: ¡Hubo un asalto en el Santuario! Al parecer, un brujo está causando estragos allí. Iremos a investigar.
-Ravio: ¿Un... Brujo? ¿Podrían describirlo?
-Soldado: Justo nos dirigimos allí.
-Ravio: Me gustaría ayudarles, creo conocer a alguien de quien puede tratarse -Dijo, mienstras sacaba su espada-
-Soldado: Muy amable, señor. Puede seguirnos, y le llevaremos allí.
Con los soldados, Ravio se dirigió al Santuario. No estaba seguro de lo que había sucedido, pero si algo sabía, es que Yuga ya estaba en Hyrule. ¿Cuántas horas habría estado inconsciente en la pradera? De seguro, las suficientes para que Hilda notase su falta...
-Hilda: ¿Seguro que no ha vuelto?
-Soldado: No, mi señora, dijo que fue a las montañas.
-Hilda: No me engañes... Sé bien que Ravio detestaba a Yuga, y no me extrañaría que le hubiera seguido.
-Soldado: No se inquiete, mi señora. De seguro volverá en algunos días...
-Hilda: ¿Y por qué no avisó, o se llevó soldados con él?
-Soldado: Ya lo conoce, quizás haya preferido tomarse unos días de soledad en su misión.
-Hilda: Eso espero... ¿Sabe, soldado? Creo que lo extraño... Es más, creo que él era algo más para mí... Pero no importa ahora... Lorule está a punto de ser salvado, y es ahora cuando debo contentarme por mi Reino... Pero Ravio...
No había tiempo para consternarse en Lorule. Y en Hyrule, poco había que hacer contra Yuga. Los pocos oficiales enviados cayeron, y solo Ravio, temblando, seguía en pie.
-Yuga: Sabía que ibas a venir. Cuando vuelva, ¡Hilda se enterará de tu paradero!
-Ravio: Y cuando yo vuelva, ¡Será para celebrar el despertar de Lorule!
-Yuga: Me das lástima, muchacho. Aún más lástima que ese joven de ropas verdes...
-Ravio: ¿Cuál joven? -Dice, intuyendo que era su anhelada contraparte-
-Yuga: Mira, me distrajiste en Lorule, y ahora lo vuelves a hacer. No eres capaz de mucho, así que aquí te dejo. Ahora, solo falta la Princesa Zelda.
-Ravio: "Zelda" -Pensó-
Al marcharse Yuga, Ravio entró al Santuario. El pobre sacerdote trataba de reanimar a Link, pero se ofreció a llevárselo a su "Casa temporal". Ahora, estaba listo para enfrentar a Yuga... O, mejor dicho, su contraparte estaba lista...