Wiki The Legend of Zelda Fanon
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Vendetta/Capítulo 11: Encuentro Inesperado[]

Un gran viaje por sobre todas las cosas.[]

Espalda sudada. Corazón acelerado. Nervios de punta. Sin saber qué decir. Con la mente casi en blanco. Jugando con los dedos de ambas manos. Escuchando una conversación con una voz conocida y otra que estaba conociendo. Sin muchas ganas de comer. Así estaba yo, sentado en el lado izquierdo de Eileen, aunque apartado un poco de ésta en un banco de la azotea. En el lado derecho de ella estaba Aura. Era muy tímida. Hablaba con una voz algo apagada, mientras que Eileen era la persona que animaba un poco más la situación. Yo no decía nada. Yo sólo estaba sentado, mirando hacia abajo y muy nervioso. Luego, Aura saca una canasta llena de sándwiches. Pasó la canasta para que Eileen y yo saquemos algo. Cuando mi prima me llamó para “despertar” mi silencio, salté alterado y le respondí con un rápido: “¿Qué pasa?”, casi con un rostro horrorizado.

- Mira – mostrando la canasta – Son sándwiches caseros hechos por Aura.
- ¿He-hechos por ella? – respondí nervioso y al mirarla, me sonrojé un poco y aparté la mirada rápidamente.
- Sí – respondió Aura – Es primera vez que los hago.

Entonces, como detalle de amabilidad, Eileen y yo sacamos un sándwich cada uno para probar… Sí, era primera vez que los hacía… El pan casero sabía malo, el tomate no tenía sal, por lo que no sabía muy bueno, y el jamón no era el más apropiado para un sándwich. Solo la lechuga salvaba en aquel entonces.

- Era la primera vez que hacías esto, ¿verdad? – preguntó Eileen aún mordiendo su sándwich con un rostro casi de asquerosidad.
- Sí… ¿No les gustó? – preguntaba ya casi decepcionada Aura.
- ¡Al contrario, está delicioso! – respondí alterado comiendo el sándwich rápidamente a la fuerza, mientras Eileen quedó mirando con el famoso rostro “motherofgod” y Aura sonriendo con nerviosidad.
- No era necesario hacer eso… - dijo Eileen susurrando, sin que Aura escuchara.

Como comí demasiado rápido el primer sándwich, metiendo todo en la boca, comencé a atragantarme. Eileen se levanta de su puesto y comienza a ayudarme golpeándome en la espalda, mientras que Aura se acerca a mí para ayudar un poco dándome algo de café que ella había llevado. Finalmente, con la ayuda del café, pude masticar mejor y logré tragar todo sin problemas. Ahora los puestos se cambiaron: yo estaba en el medio, Aura a mi derecha y Eileen a la izquierda de mí. Aura se sentaba más cerca de mí. Ésta saca un pañuelo y comienza a limpiarme los alrededores de mi boca. Sorprendido por esto, salté alterado y me aparté un poco, quedándola mirando.

- Ay… perdón, yo sólo… - dijo Aura algo asustada por mi actitud y apartándose un poco de mí.
- Eh… N-no… - le dije de inmediato y arrepintiéndome por mi actitud.
- Bueno chicos – dice mi prima de pronto, levantándose de su puesto – Cuiden el lugar, yo iré un rato al baño.

Aura y yo asentimos. Después nos dimos cuenta de que ambos quedamos solos. Fue ahí donde los nervios volvieron y el corazón bombeaba aceleradamente una vez más. Ambos no nos apartamos un poco, pero sí quedamos por un rato callados, sin saber qué decirnos y mirando cada uno al lado opuesto; por ejemplo, yo miraba a la izquierda y Aura estaba a la derecha. Después de un rato incómodo de silencio, Aura vuelve a sacar su canasta con sándwiches y rompe el silencio.

- ¿Quieres uno más? – me dijo sonriente y mostrando la canasta.
- Por… ¡Por supuesto! – le respondí con una sonrisa nerviosa y sacando un sándwich. Ella también sacó uno y empezamos a comer.
- ¿De verdad te gustaron? – me dijo mirando su sándwich con un rostro amargo.
- Sí… Claro que sí – le respondí después de masticar el segundo sándwich casi a la fuerza.

Cuando le dije esto, hice que Aura dibujara una pequeña sonrisa en su rostro. Aún no podía creer que ella estuviera sentada al lado de mí en un lugar como ese. Aquella azotea en el que estábamos es un lugar secreto y cualquier alumno no puede ir. Es más, está cerrado con llave. Solo el personal del establecimiento, los de limpieza y unos cuantos alumnos pueden entrar gracias a la “llave maestra” de la puerta. Al parecer, Eileen habrá pedido prestada la llave o pidió a las encargadas de la limpieza que les abriera la puerta. Después de la sonrisa de Aura, ambos comíamos algunos sándwiches silenciosamente. Aura rompió el silencio justo al darle una mascada a su sándwich.

- Oye… - dijo tímidamente.
- ¡Dime! – salté alterado, tragando rápidamente el pedazo que había sacado del sándwich, casi atragantándome de nuevo.
- Desde un principio pensé que eras alguien más tranquilo – dijo mirando hacia abajo, jugando con las manos.
- Oh… Bueno, sí lo soy, sólo que hoy es un día especial.
- ¿Especial? – preguntó mirando un poco hacia mí.
- Eeh, si… ¡Especial! Un día muy especial – le decía algo sonrojado.
- ¿Por qué especial? – me dijo algo sonrojada ya mirándome aún con menos timidez.
- ¡Ah! Bueno…. ¡No creas que sea porque estemos aquí nosotros conversando! O sea… Sí, estoy contento que estemos conversando, pero… A ver – Mientras decía todo esto, ella me miraba confusa, pestañeando continuamente – No lo malinterpretes. Estoy contento porque tú, Eileen y yo estemos almorzando y conversamos aquí. Eso… ¡Sí! Eso es – finalicé con una sonrisa nerviosa y aún más sonrojado que antes.
- Por mí también está bien – dijo después de que se rió un poco por mi actitud.

Terminé dándole una sonrisa y reí un poco junto a ella. Ambos quedamos un rato más conversando a solas, conociendo nuestras edades, de qué colegio habíamos llegado, etc. Me dijo que tenía 13 años y vivía en Rahue Alto. Recordé el día en que la seguí junto a Diego y ambos llegaron a ese sector. Significaba que aquel lugar era su hogar, seguramente. Yo no dije nada, solo le respondí que vivía en Francke. Ella cumpliría los 14 años en octubre. Después de varios minutos llega por fin Eileen. Ella también comió algunos sándwiches y conversábamos los tres. Después de que los tres hayamos quedados satisfechos, con la canasta aún con algunos sándwiches, salimos del tejado de aquel lugar. Aura y yo bajamos primeros, mientras que Eileen se encargó de hablar con las encargadas de la limpieza. Cuando ya salíamos del establecimiento, Aura iba a la izquierda, Eileen en medio y yo a la derecha. El que sacaba temas era mi prima y el que hablaba menos era yo. Caminaba al mismo ritmo de ellas mirando el cemento todo el rato. Dejé a Eileen junto a Aura en el paradero del micro y continué mi camino solo hacia mi casa.

El camino que tomé fue por el de siempre. Esta vez no quise por pasar por las calles, sino que por los árboles del parque. Por un rato me detuve y fui a por el portal. Quedé mirándolo por un momento. Recordé lo sucedido en aquel entonces en Hyrule. Recordé que desde aquel momento podía escuchar voces desde una gran distancia. Escuchaba sonidos de todo tipo, hasta el sonido de un viento totalmente tranquilo. A veces pensaba en cómo sería Términa. ¿Será más grande que Hyrule? Gentel había dicho que es un mundo paralelo a Hyrule. Me preguntaba siempre como será… Me preguntaba también si están un poco más calmadas las cosas. Me preguntaba si estaría bien la princesa, el rey, el castillo, el rancho y toda la gente de Hyrule. No tenía ganas de entrar a ese mundo.

Llegué a mi casa. No comí nada porque aún estaba satisfecho. No encendí el televisor ni me senté en el sillón, tan solo me recosté en mi cama y encendí el MP4 para escuchar música. Mientras reproducía sinfonías pensaba en el encuentro de Aura. Si no fuera por Eileen no la hubiera conocido. No habría hablado con ella. Tan solo seguiríamos dándonos miradas todo el tiempo. De alguna manera, Aura y yo nunca hablamos en nuestro primer encuentro acerca de las miradas que nos dábamos. Yo tenía muy claro que ambos nos mirábamos todo el tiempo; ella también tendría claro eso. Pero no, ese tema no se tocó en ningún momento. Nuestra conversación pareció más una entrevista o simplemente una típica conversación de dos personas que están recién conociéndose, como aquella que tuve con Xavi en la escuela. De pronto, la sinfonía que escuchaba mientras pensaba en todo esto se detiene.

Me levanté de la cama y fui al sillón. Me senté en él y encendí el televisor. Eran las 18:00 hrs. y pasaban una película infantil. No sé el porqué pero recordé la actitud de mi madre cuando yo era pequeño. Recordé el cariño que me transmitía, sus abrazos. Recordé el daño que me transmitía, sus golpes. Recordaba aquellos días de furia, sus gritos. Mi madre vuelve a ser la que era antes del nacimiento con Mateo. Era la típica mujer que ama a un hijo único y que lo protegerá y querrá como lo más preciado que llegaría haber tenido en su vida. Aquel amor de madre. Siempre pensaba en que eso me faltaba, incluso en ese mismo momento que miraba televisión.

Cambié de canal y pasaban una serie de suspense. A las 18:00 hrs. era raro que pasaran algo así. Recordé los días de mi padre. Él era alguien tranquilo, que leía el periódico todos los días y escuchaba música en el cuarto de estar. Aquel hombre que tal vez ha sido engañado por mi propia madre. Ese hombre se convierte en un animal cada vez que la pobre mujer llega tarde del trabajo. El trabajo de mi madre consistía en recorrer casi toda la ciudad por cobranza para una fundación de menores con discapacidad y como trabajo extra sacaba la suerte o leía el futuro de las personas. Mi padre trabajaba en un supermercado, pero cuando yo tenía 13 años fue despedido por la traición de un colega de aquel trabajo. Desde ese momento mi padre cambió y se transformó en lo que era en ese tiempo de mis 14 años: perezoso, casi sin importarle lo que suceda con la familia y maltratador a su mujer por sospechas de engaño.

Cambié de canal y pasaban comerciales. Mi hermano Mateo…. Yo fui quien quise tener un hermano chico, pero no tenía ganas de jugar con él. Ni siquiera de hablar con él. Yo lo quería. Estoy seguro que él me quiere. A veces siento que me odia y le caigo mal. Creo que toda la familia me odia. Tal vez mi madre no, pero creo que los demás sí. No les importo. Miré a mi derecha y estaba el velador. Recordé la cocaína de Bastián. ¿Era un buen momento? Arrepentimiento pero atracción, a la vez. Estaba con el control en la mano derecha, con el brazo derecho apoyado con el sillón. Miraba el cajón del velador. Arrepentimiento. Sentía que Bastián me quiere envenenar. Sentía que mi propio primo quiere hacerme algo malo. Quiere que sea más que una basura de mi propia casa. Tal vez con una adicción olvide a la gente. Olvide Hyrule. Olvidaría el cariño de otras personas. Olvidaría a mis amigos. Olvidaría incluso aquel muro. Pero no importa… Sé que aquel muro no la construyo solamente yo, sino que las otras personas también me ayudan sin darse cuenta. Aquel muro estaba creciendo. Eso hacía sentirme feliz.

Cambié de canal y transmitían un programa juvenil. Aquella cocaína me llamaba, pero rechazaba. Escuchaba la voz de Daniel. También escuchaba la da Xavi. Escuchaba la de Eileen. Escuchaba la de Aura. Incluso escuchaba la de Diego, Cristián y los demás. ¿Por qué me hablan? Ustedes no están conmigo ahora mismo. Ustedes no están a mi lado susurrándome. Sus voces no me llevarán al velador. No permitiré que me obliguen a abrir cierto cajón y volarme del mundo. ¿Por qué no están conmigo? Necesito un abrazo. ¿Dónde estás madre? ¿Dónde estás padre? Mateo… No me sigan hablando, chicos del liceo. Ya no quiero escuchar más sus voces. No me sigan atrayendo a ese veneno de mi primo. ¿Quieren matarme? ¡Ya déjenme en paz de una puta vez!

Televisor apagado. Sillón ocupado. Lámpara comenzando a encenderse que oscurecía. 19:00 hrs. El joven que ocupa el sillón se encuentra mirando el televisor con un papelillo aún con polvo blanco. Aunque esté mirando el televisor, en realidad su mirada está perdida. ¿Por qué miras la pared que está detrás del televisor? El muro aún le falta construcción. No te sientas presionado, estamos seguros que el muro será completado. Sonríele al muro. No le sonrías a la vida o terminarás odiado. No quieras a nadie más, sólo a tu propia madre. Usa la confianza cuando sea necesario, o terminarás traicionado. ¿No querrás ser la burla de todo el liceo? ¿Por qué no despiertas? ¿Por qué miras tanto esa pared? ¿Acaso hay dibujitos pervertidos o hay muchas Auras y Eileens en la pared? ¿Tienes algo de hambre? Tu estómago pide comida, amigo mío. Son las 21:00 hrs. Un tanto de polvo blanco ha desaparecido de su papelillo. Deja de mirar ese muro. Varios ladrillos están en ella. Sé feliz con la hazaña que haces. Tu idea está siendo un éxito. Si esto sigue así seguramente invadirá Hyrule. Genial, ¿no crees? Recuerda que cuya pared no es tu muro. Tu muro será grande y realmente difícil de destruir. Hombre ya, ¡despierta de una vez!

No quiero terminar loco… Quiero que este muro termine de una vez… Aún le falta mucho, pero me siento feliz. La construcción está siendo un éxito. Será un muro realmente grande, con ladrillos de una calidad espectacular. ¡Nadie podrá derrumbar este muro! Estaré yo. Estaré solamente yo detrás de este hermoso muro. Nadie podrá hablarme. Nadie podrá verme. ¡Nadie podrá golpearme! Le tengo miedo a algo, pero no sé que… No creo que tenga que ver con la construcción de este muro. No, no lo creo… ¿Por qué me sentiría feliz pero con miedo a la construcción de este muro? El miedo debe provenir de otra cosa… Debe ser una cosa que ya conozca. No sentiría miedo por algo que desconozco. Ya no siento miedo a los golpes. Ya no siento miedo a los gritos. Ya no siento miedo a mi familia. No le tengo miedo a las heridas. ¿Entonces a qué mierda le estoy teniendo miedo? Siento felicidad pura con la creación de este muro. Por fin me apartaré de esos bravucones. Esos perros con rabia. ¡Por fin estará detrás de su reja! Por fin seré yo quien me ría de ellos. ¿Por qué el miedo? No lo entiendo.

Termino mi cena a esas horas de las 22:00 hrs. Estaba en el primer piso. No recuerdo haber llegado ahí, ni siquiera recuerdo haber comido. Me sentía satisfecho y el plato que estaba frente de mí estaba sin comida. El tenedor y el cuchillo estaban usados. Necesitaba música. No cualquier música, sino la que tenía en mi MP4. Regresé a mi habitación y esta vez me recosté en mi cama una vez más. Coloqué los auriculares del MP4 y comencé a escuchar una nueva sinfonía. Pensé en regresar al siguiente día a Hyrule. Estaba decidido en tomar el tren y dirigirme a Términa. Quería encontrar el primer elemento antes de que sea demasiado tarde. ¿En qué lugar de Términa estaría el famoso Elemento de la Tierra? Si ese mundo es aún más grande que Hyrule… Pero no. No quería darme por vencido. Quería hacer lo posible para lograr cuidar de Hyrule y de Términa, tal como me dijo Glasse hace tiempo. Apagué el MP4, me quité los auriculares, puse todo en el velador, el cual solo tenía un papelillo de dos, e intenté dormir.

Desperté al otro día con todas las ganas de ir a Hyrule. Al levantarme, agarré el MP4, encendí el computador y puse a cargar el reproductor. Luego fui a desayunar junto a mi abuela y madre. Al terminar me despedí de ambas, sin antes de que mi madre me diga que me cuide mucho y no visite tanto el “otro mundo”. Le dije que le haría caso una vez más. Quité el MP4 del computador y me fui. Mi madre me volvió a detener, esta vez en la entrada/salida de la casa. Se despidió con un abrazo. Yo también la abracé y le dije que no se preocupe, ya que estaría bien. Ambos nos apartamos y sonreímos. Luego me fui de la casa. No sabía que día regresaría. No sabía si llegaré en perfectas condiciones a casa. Tampoco sabía como estaba Hyrule. Me encontré con Eileen al salir de la casa. ¿Qué mierda? Ésta me detiene en el cerco del jardín.

- ¿Por qué estás aquí, Eileen?
- ¡Brett, estoy preocupada! – me dice algo cansada por haber corrido un poco para alcanzarme.
- ¿Qué te pasa? Cuéntame mientras caminamos.

Ambos comenzamos a caminar hacia la carretera que dirige al Parque Cuarto Centenario. Salíamos de la primera calle, luego por otra y finalmente llegamos a la carretera. Estábamos en la mitad y ésta no soltaba ni una sola palabra. Solo se mantenía comiendo las uñas de sus dedos.

- Estás preocupada y quieres decirme algo. ¿Por qué no me lo cuentas? – le dije rompiendo el silencio.
- ¿Recuerdas que Raúl no estaba ayer ni anteayer? – me pregunta Eileen.
- Si… ¿Y eso qué? – le decía sin siquiera mirarla.
- Se supone que llegaría a mi casa ayer por la noche, pero no hay rastro de él – Al decirme eso, comencé a mirarla interesado en el tema – El martes por la noche, antes de dormirme, lo llamé a su teléfono, pero no contestaba. También llamé a su casa y dijeron que no había llegado a casa… Hoy por la mañana volví a llamar a ambos números y su familia me dijo que no hay rastro aun – me decía ya algo triste y preocupada, mirando hacia abajo y aún comiendo sus uñas.
- ¿Tienes alguna idea de dónde esté?
- No, ninguna… - Después de esto, Eileen me toma del brazo y alterada me dice - ¡Ay, Brett! ¡Ayúdame a buscarlo, por favor! Estoy preocupada por él…
- Eso no me incumbe. Él manda su vida, así que… - no alcanzo a terminar la frase cuando ésta me da una bofetada.
- ¿¡Cómo puedes ser así!? ¡Ayúdame, por favor! Te lo suplico… Ya te ayudé con Aura, ahora ayúdame a mí, por favor - me decía ya con los ojos brillantes, casi por llorar.

De mala gana terminé aceptando. Eileen terminó agradeciéndome. De pronto, ésta me pregunta hacia donde me dirigía. No le dije que iba a Hyrule, así que terminé llevándola al parque y pasamos ahí un rato. Ambos conversamos y comencé a contarle las cosas que estaban ocurriendo en Hyrule. Ella comenzó a decepcionarse recordando que le había dicho que aquel mundo era un mundo maravilloso y tranquilo. Era verdad. Así era Hyrule cuando pisé por primera vez esas tierras. ¿Qué estará pasando ahora? ¿Por qué tantas explosiones, monstruos y demás? Esa pregunta no me la había hecho. La respuesta podría dármela la princesa Zelda.

Más tarde, cuando eran las 11:30 hrs. aproximadamente, Eileen dijo que volvería a casa y preguntaría de nuevo por Raúl. Le deseé suerte para encontrarlo y le dije que también “ayudaría”. Terminó tomando el micro y volvió a su casa. Lo más curioso es que ni tocamos el tema de lo que pasó en el día anterior. Yo volví al parque tomando la dirección al portal. Entré en ella y volví a Hyrule. Volví al ex mundo maravilloso. Todavía recordaba aquella pradera verdosa, con un bello paisaje de fondo. Ahora tan solo está plagado de monstruos y lo verde limón está pasando a ser un verde oscuro, casi marchito. Podía escuchar los sonidos que emitían los monstruos al caminar, principalmente de los Bokoblins y de los Bomskit. No podía escuchar sonidos del rancho, pero sí parte de la ciudadela desde el portal. Sí podía oler claramente parte del rancho y la ciudadela. Al parecer, el olfato es aún mejor que el oído.

Como siempre me dirigí hacia el Rancho Lon Lon. Saludé a Talon, Malon e Ingo amablemente. Me quedé con ellos hasta el almuerzo, o sea, hasta las 12:30 hrs. Luego fui a por mi habitación y me cambié de ropa, colocándome la típica de granjero. Tomé la espada Kokiri junto a su funda y lo coloqué en la espalda. Recordé el escudo Hylian. No recordaba su precio, pero necesitaría ese escudo al menos para viajar. Así que me dirigí a Kakariko tras despedirme de los granjeros. Caminaba tranquilamente y escuchaba claramente que unos monstruos se acercaban a mí por el sonido de sus pasos y por el hedor que tenían Aquellos que intentaban atacarme, yo mismo los aniquilaba. Aún sentía que otra persona me seguía. Aún sentía la presencia de alguien detrás de mí. Maldito presentimiento.

Llegué a Kakariko. Llegué totalmente ileso, con la espada totalmente usada. Fui directo al bazar del lugar. ¡200 rupias! Ese era el valor del escudo Hylian… Maldita sea, debería estar recolectando y recolectando rupias para obtener tal escudo. Aunque por otro lado, estaba el escudo de madera que tenía un costo de 50 rupias. Se quemaba con el fuego, pero al menos servirá de ayuda. Además no era un artículo con una sola unidad. Así que decidido a encontrar 50 rupias salí del bazar. No quería llegar a Términa sin un escudo. Busqué por todo Kakariko a ver si encontraba algo. En el cementerio de Kakariko había un árbol con muchas rupias. ¡Ahí está lo que necesito! Así que me dirigí a tal árbol. Comenzaba a mover el árbol y varias rupias caían: una rupia roja, una amarilla, dos azules y unas veinte verdes. ¡60 rupias! Sin embargo, no solo rupias venían… Unas especies de murciélagos comenzaron a volar por todo el cementerio. “Ay mierda…”; al parecer eran Keeses, según lo que recuerdo de la información vista en el libro de monstruos, y eran más de 50. Corrí desesperado al lugar de donde había llegado.

Finalmente salí del cementerio. Mientras corría, algunos Keeses se acercaban a mí, así que los iba aniquilando con un corte de la espada a cada uno. Terminé con al menos dos mordidas, aunque no dañaban mucho. Regresé entusiasmado al bazar y compré el escudo de madera. Era aún más liviana que el escudo Hylian. La mujer que atendía agradeció la compra y yo agradecí a ella por la venta. Salí sonriente con el nuevo escudo. El escudo era de madera, por algo su nombre. Era más pequeña que el escudo Hylian, pero era de un tamaño suficiente para protegerme bien. Aquel escudo decidí tenerlo en la mano todo el rato. No quería tenerlo en la espalda por ese rato.

Salí de Kakariko y me dirigí rápidamente a la ciudadela, para luego ir a la Torre de los Dioses. Al llegar a lo jardines de la torre, la voz de la princesa se escucha detrás de mí. Esperé a que se acercara a mí. Nos saludamos y entramos juntos a la torre. Al estar dentro, con la princesa pudimos ver un tren que parecía estar convertido en piedra. Además, no veía alguna vía para que el tren logre moverse.

- Princesa, ¿de verdad viajaré en un tren de piedra y sin alguna vía?
- Espera…

La princesa respondió mirando a un lugar con fondo totalmente negro. Desde el fondo apareció una anciana. La anciana parecía venir de un objeto parecido a un carrito que lanzaba algo de humo desde atrás. Miraba de reojo a la princesa de vez en cuando, sin entender lo que sucedía.

- ¿Me llamabas, princesa? ¿Qué muchacho me has traído? – finalizó mirándome.
- Buenas tardes, Radiel – saludaba la princesa a la anciana – Siento molestarla, pero el muchacho que traje necesita parte de su ayuda.
- ¿A qué se debería la ayuda? – decía con mucha calma la tal Radiel.
- Verás, él se llama Brett y necesita la ayuda del Tren de los Dioses para transportarlo a Términa.
- ¿Brett, dijiste? – preguntó la anciana acercándose a mí.
- Sí, ese es su nombre y debe ir a Términa. Es una emergencia.

Mientras la princesa decía aquello, la anciana llamada Radiel estaba ya en frente de mí. Radiel me miraba cuidadosamente, como si ignoraba lo que le decía la princesa, mientras yo me sentía algo incómodo.

- Te pareces mucho a él – me susurró Radiel, haciendo que yo me asuste más de su actitud - ¡Está bien! – continuó dándose media vuelta – Seguro te referirás a los Elementos, ¿verdad princesa?
- Efectivamente.
- Las cosas no están del todo bien en Hyrule y según tú este muchacho está para ayudarnos.
- Exacto – seguía respondiendo la princesa.
- ¿Estás segura de lo que haces? – le preguntó Radiel con un ojo caído.
- Totalmente – respondió segura de sí misma la princesa – Confío en él – finalizó mirándome.
- Como digas.

Al decir esto, Radiel se dirigió al tren y de pronto, unas vías comenzaron a aparecer debajo del tren. Además, este gran objeto dejó de ser de “piedra” y se mostró su verdadera forma: la parte delantera como el motor, detrás una especie de cañón y más atrás un vagón de pasajeros. Parecía que detrás de aquel vagón había algo más, ya que parecía estar rota. El tren tenía un diseño que me gustó. Era más chico de lo que creía, pero serviría para trasladarme. De pronto, un hombre se baja del vagón. Aquel hombre parecía vestir ropas de un maquinista, era alto y al parecer tenía una espada que lo llevaba en la pierna derecha junto a su funda. Radiel le habló a este hombre a solas, mientras que yo escuchaba todo lo que decían.

- No aproveches mucho de tus poderes, Brett – me dijo la princesa susurrándome – Te lo aconsejo, no es bueno escuchar conversaciones ajenas.
- Como diga, princesa.
- Ya te dije que no me trates como una superior.

Al decirme esto, me reí un poco y luego la propia princesa acompañó mi risa. Radiel le había dicho que yo sería un pasajero muy importante después de tanto tiempo, así que debería tener cuidado. Además, escuché su nombre: Bigboy. Luego la princesa me interrumpió. Creo que debería disimular un poco más para la otra ocasión. Mientras reía con la princesa, Radiel llega junto al tal Bigboy. Este se presenta y me dice su nombre, aunque ya lo sabía. También saluda a la princesa, hincándose en muestra de respeto. Bigboy parecía ser un hombre serio, pero muy fiel. Tras una breve conversación entre los otros tres, me llevaron al vagón de pasajeros, mientras que Bigboy se encargaría de manejar el tren. Sentí que las vías se movieron para que el tren se dirija a otro camino, seguramente, Términa. La princesa se despidió de mí con un nuevo abrazo por parte de ella y diciéndome que me cuide. Radiel también pidió que me cuide y me dio suerte para mi viaje.

Mientras viajaba y recordaba aquella despedida sonreía. El viaje sería largo, según la princesa. Tal vez llegaría al otro día, incluso. Ahora comenzaron más preguntas: ¿Por qué el tren estaba en piedra? ¿Cómo este chofer del tren estuvo todo este tiempo dentro y sin morir? ¿Cómo la princesa se dio cuenta fácilmente que escuchaba los susurros de Radiel con Bigboy? No lo sé. Tampoco sabía quien era realmente Radiel. ¿Por qué me dijo: “Te pareces mucho a él”? Ni siquiera me parezco a Bigboy. Bueno, tal vez no se refiera a él. Entonces… ¿A quién se referirá? No lo sé, tampoco. La pregunta de cómo será Términa aún seguía siendo un misterio.

Llega la noche, no la madrugada. Más o menos entre esas horas de las 22:30 a las 23:00 hrs., Bigboy comenzó a hacer uso del cañón. No veía bien a través de las ventanas, ya que estaba oscuro. ¿Acaso hay monstruos en el camino e intentan atacar el tren? Que raro… Mientras viajaba con la luz del sol, veía pradera nunca antes vista. En el camino pasamos cerca de la región del Pico Nevado. Aquel lugar eran casi solo montañas y nieve, por lo que logré ver desde el vagón. En la pradera había grandes manadas de vacas y de otros animales. Esto sería información útil para los granjeros del Rancho Lon Lon, aunque el camino sería algo largo…

Recordé lo que me dijo la princesa: el viaje sería largo y que llegaría en unos cuatro días. Si es así… Significaría que faltaría a clases una vez más. Desaparecía del mapa del mundo cruel de nuevo. Dejaría que el muro siga construyéndose por su cuenta. Mientras esté en Hyrule o en otro mundo, aquel muro seguiría construyéndose, pero no a la misma velocidad increíble como es en aquel otro mundo. Es mucho más lento al estar en otros lugares que no sea el mundo cruel. Lo bueno es que la construcción avanza. Mientras estaba en el tren, aún sentía que una persona me seguía. Ahora sí que es imposible que me estén siguiendo.

Me quedé dormido durante la madrugada en el viaje. Bigboy seguía haciendo uso del cañón del tren, pero con menos frecuencia. El sueño no era uno que esperaba… El sueño comenzó conmigo estando en el liceo. Estaba parado solo en el gran pasillo del liceo, mientras todas las personas continuaban su camino sin importarles. Veía a Xavi junto a la tal Ashley caminando frente de mí. Veía a Eileen junto con Raúl en el pasillo del pabellón A, dándose besos. Veía a Aura siendo maltratada por Diego en frente de todos en el lugar donde se junta el grupo flaite, incluso estaba el director. Por una razón extraña, el director parecía estar riendo por el acontecimiento. Lo que es peor: el director no era el actual, sino que era mi profesor jefe. ¿Qué mierda? No aguanté más y me dirigí corriendo con furia hacia Diego para detenerle. Parecía correr y moverme, pero sentía que no avanzaba. De pronto, un destello dorado aparece en medio del gran pasillo. Me detuve y quedé mirando. Al parecer era el Cristal Dorado, pero no pude seguir viendo porque me volteé al otro lado al escuchar la voz de Daniel diciendo: “Aún no es el momento, Brett”. Era él. Estaba parado mirándome sin sonrisa alguna.

- ¿Qué está pasando, Daniel? – Le pregunté agitado; al no recibir respuesta, exclamé - ¡Dime que esto es un sueño!
- Por favor, no caigas en ella – me dijo esta vez con su típica sonrisa.

¿Qué habrá querido decir? No importó mucho en el sueño, ya que de pronto se sintieron múltiples explosiones desde fuera del liceo. El supermercado que está en frente del liceo estaba en ruinas, había llamas por todas partes, grandes rocas caían por todo la zona, nubes negras cubrían el cielo y la gente que caminaba tranquilamente en mí alrededor comenzaba a correr y gritar desesperadamente. Varios morían por culpa de las llamas, caída de rocas o derrumbamiento del establecimiento. Me acerqué a una ventana y pedía desesperadamente auxilio. En el patio, justo en frente de mí, un tranquilo Daniel estaba en medio del todo. Éste voltea y me queda mirando con la sonrisa de siempre. De pronto, una gran roca comienza a caer justo hacia él. Comencé a gritarle aún más desesperado para que salga de ahí, pero éste sonriente solo esperaba su muerte. Finalmente, la gran roca cae encima de él, escuchándose una fuerte explosión por la caída de la roca.

Aquella explosión me hizo despertar. Estaba sudando frío. La explosión que escuchaba repetidamente provenía, quizás, desde el cañón del tren que estaba siendo utilizada por Bigboy todo el rato. ¿Qué significó ese sueño? Mejor dicho… “Pesadilla”. No lo sé. Había muchas rocas cayendo. Toda la gente del liceo corría desesperada, obviamente. Lo más curioso fue mi profesor jefe estando de director, Daniel diciendo que “No caigas en ella” y luego muy sonriente solo esperaba su muerte. Nunca antes en la miseria vida que tenía no había tenido un sueño como ese. Jamás. Luego me tranquilicé y continué en el viaje normalmente.

Todo el resto del viaje transcurrió normal: nada de pesadillas y Bigboy usando el cañón de vez en cuando. Cuando era un miércoles por la mañana, el sol ya aparecía normalmente y Bigboy gritó: “¡Estamos llegando!”. No lo podía creer. ¡Al fin llegaré a Términa! Por fin conoceré ese mundo “paralelo” a Hyrule. ¡Ya era hora! Al mirar por la ventana, pude ver unas grandes montañas, aunque eran un poco más pequeñas que las del Pico Nevado de Hyrule. Al otro lado se veía un gran océano. Era un mar, no un lago como el Lago Hylia de Hyrule. Continuaba el camino y de pronto comencé a ver parte de la pradera. También pude ver una especie de cactus de color café a lo lejos, ubicado al lado izquierdo de las montañas. Tal vez no era un cactus gigante, pero tenía más o menos su forma. Veía muchas vías por todos lados de la pradera. Finalmente, Bigboy se detuvo en la parte de la pradera cercana a las montañas. Al bajarme solo vi un gigantesco muro.

- Hemos llegado a Términa – dijo Bigboy – Estamos en la zona norte de las montañas del Pico Nevado de Términa. Al entrar por esa zona oscura de esta gran muralla, entrarás a la Ciudad Reloj, la ciudad capital de Términa.

Finalizó diciendo que ubicará el tren en otro lugar de Términa, ya que si lo dejara allí estorbaría el camino de otros trenes. Por supuesto; Términa estaba repleto de vías de trenes. Había vías debajo de las montañas y al parecer, la principal era la que recorría las murallas de la tal “Ciudad Reloj”. No revisé más y entré a la ciudad. Al parecer por la zona norte de la ciudad. Parecía ser el parque, ya que había una zona de juegos y varios niños ubicados en el área. Por una extraña razón, las camisetas de los niños estaban enumeradas. Me fui al sur de la ciudad. En la zona sur había una enorme torre. Según me dijeron tiempo después, era la Torre del Reloj, el monumento más importante de la ciudad y de Términa en sí. Estaban comenzando a construir la torre de un festival, ya que pronto comenzaría un carnaval de no se qué. Luego me dirigí al este de la ciudad. Al parecer, el este y el sur de la ciudad eran plazas. Aquí también había dos niños con camisetas enumeradas. Había una posada, la residencia del alcalde y varios lugares para jugar.

Me quedé ahí, ya que Bigboy me dijo que debería entrar a la posada conmigo y tener un lugar para dormir en aquel mundo. En la posada había una mujer que atendía. Aquella mujer me pareció parecida, por alguna razón. Ésta mujer también me miraba varias veces, como si me hubiera visto en alguna ocasión anteriormente. Quedé en la habitación “Suite Cuchillo”. Agradecí a Bigboy una vez más y se fue. Me quedé viendo un poco la habitación y me di cuenta que era una posada sin muchos cuidados. Rato después salí inmediatamente de la posada, dejando la puerta cerrada con llave, y me dirigí al oeste de la ciudad. Este lugar parecía ser la zona en donde se venden y compran objetos. También había una zona de entrenamiento y la oficina postal. También estaba el banco, dirigido por un hombre extraño que se golpeaba las piernas al pasar en frente de él para llamar la atención, tal vez. Que tipo más loco. Aquel hombre del banco también se me hizo conocido.

Salí a la pradera por la puerta oeste de la ciudad. Regresé a la pradera de Términa, teniendo cuidado con algún tren. Definitivamente, la vía principal era la que rodea la gran muralla. Fui al sur de la pradera. Al caminar hacia allí, pude ver un gran volcán morado al fondo de un lugar lleno de árboles. Parecía ser un bosque a simple vista. Al suroeste había otro lugar que pronto conocería: el Rancho Romani. Desde el primer momento en que estuve en Términa, no sabía el porqué, pero sentía que conocía ese lugar de memoria. Sentía que era más feliz incluso que en Hyrule. Me sentía hasta incluso en casa. No sabía bien el porqué de aquella sensación. Además, en Términa no había monstruo alguno. ¡Que bien se siente! Se siente como en Hyrule sin monstruo, aunque este lugar lo sentía más familiar.

Todas estas sensaciones buenas son interrumpidas por el sonido de alguien corriendo velozmente y que, al parecer, se acercaba hacia mí. Al estar suficientemente cerca, sentí que una espada fue desenfundada. No sé cómo, pero este tipo intentó cortarme en dos dando un poderoso y rápido corte horizontal. Sin embargo, de una forma extraordinaria, logré esquivar saltando hacia atrás. ¿Cómo mierda lo hice? Ni siquiera ordené a mi cuerpo que hiciera eso. Tampoco sé saltar hacia atrás. Me quedé mirándome a mí mismo. La persona que me intentó atacar vestía ropas naranjas, portando una espada que iluminaba a la luz del sol junto a un escudo. Éste volvió a cargar contra mí. Recordé la vez que luchaba contra los Bokoblins, esperando a que cargue para luego usar mi cuerpo encima de éste y clavarle la espada en el estómago. Así que saqué mi espada y escudo e intenté usar aquella estrategia con este personaje. Como era más rápido que los Bokoblins, tenía que ir esquivando y encontrar el momento oportuno. Era rápido y muy hábil. Chocaba espadas con éste. De pronto, éste me hace un quiebre dándome un corte en el brazo izquierdo, para luego darme un fuerte golpe con su escudo en la cara. Caí el suelo y rápidamente rodé hacia un lado, esquivando un ataque clavando la espada hacia mí, pero éste habilidoso logró cancelar tal movimiento a tiempo antes de que su espada se atrape con la tierra.

Mientras me levantaba, iba rompiendo sus ataques chocando espadas. De pronto, éste se aparta y me lanza el escudo con toda su fuerza hacia mi cuello. La fuerza del escudo me llevó hacia atrás y quedé trabado junto al escudo en el tronco de un árbol. Dejé caer rápidamente mis armas e intenté sacarme el escudo desesperadamente. El joven cargó hacia mí, preparando la espada para cortarme la cabeza. Me rendí y solo esperé la muerte con los ojos cerrados. Mientras escuchaba la corrida de éste y sentía el perfume de la espada y del joven, sin embargo, éste se detiene en seco. Todo quedó en silencio por un rato y solo escuchaba la respiración del joven y del viento. Abrí mis ojos en un par de segundos y no podía creer lo que estaba viendo…

- No puede ser… ¿Tú? – me dijo aquel joven bajando su espada y apartándose con un rostro parecido al mío, sin poder creer lo que veía.

Me quedé en silencio. Ambos quedamos en silencio. Nos quedamos mirando sin creer que éramos personas que jamás podríamos vernos en aquel mundo. Finalmente, terminé rompiendo el silencio diciendo: “Te he encontrado… Raúl…”.

Continuará...

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